En estos 36 años, he aprendido que basta con abrir los ojos cada mañana para tener miles de motivos para estar AGRADECIDA y que al Dios que llena mi alma no necesito pedirle nada, porque ¡ya me lo dio todo! Desde el aire que respiro y la vida misma.
Aprendí que si quiero o necesito algo ¡debo trabajar por ello! y que “pedirlo, desearlo o decretarlo” para mi no tiene ningún sentido si no me esfuerzo.
En estos 36 años, he aprendido que la gente con más amor no esta precisamente encerrada en templos construidos por hombres, levantando sus manos al cielo tratando de mostrarse “espiritual” por que el amor que Dios pone en nuestros corazones realmente no tiene nada que ver con eso.
En estos 36 años, he aprendido que mientras menos amigas es mejor. ¡Que las que respetan mi forma, mi estilo, mis mañas y gustos son quienes merecen todo mi amor!
En estos 36 años, estoy aprendiendo lo vital que resulta cuidar de mi para poder cuidar al resto.
En estos 36 años, estoy aprendiendo a decir que NO y quienes lo aceptan bien son quienes me quieren en realidad.
En estos 36 he aprendido que las palabras bonitas no sirven de mucho, que son los actos quienes definen a las personas.
En estos 36 años, aprendí que el amor se cultiva cada día, que las mariposas en la guata se van y vienen otras cosas más valiosas que son capaces de sostener las tormentas más fuertes.
